Un recorrido por los hitos históricos que hicieron del café un símbolo universal de refinamiento.
El viaje del café comenzó en las verdes montañas de Etiopía hace más de mil años. Según la leyenda, un pastor llamado Kaldi descubrió los efectos estimulantes de las bayas rojas cuando sus cabras, tras consumirlas, comenzaron a saltar llenas de energía. Este descubrimiento llevó a los monjes de un monasterio cercano a preparar infusiones con las bayas, que les ayudaban a mantenerse despiertos durante largas oraciones nocturnas.
El café cruzó el Mar Rojo y llegó a la península arábiga alrededor del siglo XV. En Yemen, los sufíes lo adoptaron como parte de sus rituales religiosos, usándolo para mantenerse alerta durante sus meditaciones. Fue en esta región donde se perfeccionaron las técnicas de cultivo y tostado, marcando el inicio del café tal como lo conocemos hoy.
Hacia el siglo XVII, el café llegó a Europa, inicialmente a Venecia a través de los comerciantes otomanos. Se convirtió rápidamente en la bebida predilecta de la aristocracia y los intelectuales. Cafeterías como el Café Florian, inaugurado en 1720 en Venecia, se convirtieron en puntos de encuentro para figuras como Casanova y Goldoni, consolidando al café como un símbolo de sofisticación y creatividad.
Hoy, cada taza de café que disfrutamos es el resultado de siglos de historia, uniendo tradiciones ancestrales con la innovación moderna. En God Save The Coffee, celebramos este viaje con una selección de los cafés más exclusivos, porque creemos que cada taza cuenta una historia única.